Ha ocurrido. La noticia que ha hecho tambalear el mundo del cine. Disney ha comprado Fox por una vigorosa cantidad de dinero. Podríamos hablar de lo que ocurrirá cuando se cierre por completo el contrato, cuando la fusión ya sea una realidad, podríamos debatir una serie de cuestiones que nos llevarían a la desesperación más absoluta, de la que la incertidumbre y las ansias de información son las principales culpables. Pero no. Hoy vengo a hacer algo más propio de mí, algo más propio de mi forma de comunicar. Y es formular una pregunta, aparentemente, muy simple: ¿estamos monopolizando el cine?
Cada viernes vemos en cartelera nuevos filmes, listos para su primer fin de semana en taquilla, listos para la recaudación, cada uno de un estudio, pendiente de la taquilla estadounidense y de la global. Ahora, pido que penséis en cuántos de estos estrenos son superproducciones, y, por tanto, en cuántos de estos son películas de bajo presupuesto. Esto, que conste, no es una crítica a los desmesurados presupuestos que tienen la películas de hoy en día, está claro que si los medios han avanzado ha sido exclusivamente gracias al dinero. A lo que me estoy refiriendo es que ya no hay, apenas, cintas de productoras pequeñas, todos los filmes, tanto nacionales como internacionales, que llegan a nosotros, llegan bajo el nombre de un gran estudio, dato del que el público genérico no se percata en absoluto, pero es un dato importante para entender el punto al que quiero llegar.
Desde hace siglos, la comunicación ha sido el poder más importante de la sociedad occidental, ya que quien mandaba no era el más fuerte, sino el mejor comunicador. Hoy en día, la comunicación llega al grueso de la población a duras penas por los canales convencionales, bien sea la prensa escrita de toda la vida, la radio o la televisión. A mucha gente le llega a través de plataformas digitales de información, pero, el método por el que a todo el mundo le llegan los mensajes es el cine. Porque sí, por mucho que queramos negarlo, el cine es una herramienta esencial para hacer que los mensajes, sean del tipo que sean, lleguen hasta nosotros. Cada estudio tiene unas ideas políticosociales claras, que se dejan ver en cada producción que estrenan, aunque no nos paremos a pensar en ellas.
No es que, de por sí, hubiese muchos estudios estadounidenses que exporten contenido audiovisual al resto del mundo, pero con la guerra entre Disney y Comcast por Fox, y los amplios movimientos de ambas compañías por seguir haciéndose con otros estudios, me hacen pensar que, de aquí a unos años, los contenidos audiovisuales pertenecerán a un par de empresas, posiblemente dedicadas casi en exclusiva a ofrecer contenido en plataformas digitales, haciendo desaparecer el cine convencional y hundiendo así muchos negocios, aunque ese tema de para otro artículo, y el resto de empresas que hoy conocemos, dejarán de existir para formar parte de una simbiosis globalizada del mundo del cine, de la que ya estamos siendo testigos.
Con esto, podéis seguir manteniendo que, aunque cada estudio tenga sus ideas, y que aunque la mayoría de estudios vayan a ir poco a poco desapareciendo, no veremos siempre las mismas ideas en las películas de una misma empresa, ya que, al final, cada filme es de su autor, no de su productora. Y yo os daría la razón, de no ser por cosas como el reciente, y mundialmente sonado, despido de James Gunn (Guardianes de la Galaxia, Super). No pienso entrar en detalles sobre los motivos del despido, sino en las repercusiones del mismo, porque el cine de Gunn era lo poco que quedaba de cine de autor en Disney, lejos de los productos clónicos de la inmensa mayoría de las cintas de La casa del Ratón de los últimos años. Esto me deja con la sensación, sin haber visto nada de los planes de Disney con la gran cantidad de franquicias pertenecientes a Fox, de que ya no se va a apostar por dar rienda suelta a la creatividad de un director, sino a la utilización de fórmulas de las que ya han estudiado su óptimo funcionamiento.
Y si es cierto que, si le preguntas al público genérico, ya no es tan importante que una película sea de Tarantino o de Nolan, como que salga en ella Jennifer Lawrence o Chris Pratt, pero, aún así, ¿no está fallando algo en todo esto?
Dichos y explicados estos puntos, debo decir que, sí, podéis seguir haciendo bromas sobre que Disney es el Rey del Mundo, podéis también preocuparos sobre el futuro de Deadpool y su clasificación, pero, me parece importante preocuparse también por el ritmo que están cogiendo los filmes de hoy en día, por, si de verdad, el cine acabará siendo un monopolio de las grandes, o si el cine de autor saldrá algún día del tugurio en el que está metido, junto con el cine más indie, más underground en el que ha quedado sepultado últimamente.
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