domingo, 17 de septiembre de 2017

LAS OPINIONES NOS TIENEN RODEADOS // VARO NOTICIAS //

Admito que soy la persona más influenciable del universo. Cualquier comentario chorra en Twitter o en YouTube puede hacerme cambiar de opinión respecto a una canción sin yo quererlo, no suelo ir al cine con gente porque eso influencia mi opinión sobre la película que estamos viendo, etcétera, etcétera. Y no, no es que no tenga una opinión personal, porque, si lleváis algún tiempo leyéndome, sabréis que opiniones me sobran, Y ahí recae el problema. Vivimos rodeados de opiniones, de gente ajena por la calle, de señores trajeados que se hacen llamar críticos profesionales, de tus amigos de siempre o de cualquier tuitero que con 140 caracteres se consigue viralizar.

No digo que esto sea malo, sería hipócrita por mi parte, ya que soy el primero en expresar lo primero que se me pasa por la cabeza sin un mísero filtro, únicamente el tiempo de espera entre el inicio de la app con el 'pajarito azul' hasta que mi tweet se publica. Y este proceso lo hacen miles de personas, algunos de los llamados 'líderes de opinión' incluidos, y esto termina en influenciar a muchas personas. Repito, no digo que sea bueno, tampoco que sea malo.

Vengo a decir lo que ya habréis escuchado más veces, 'tú opinión es la única que vale', porque es cierto, sólo tú decides si un producto te gusta o no. Pero tú opinión viene cargada de influencias de los demás, y, a su vez, acabas presionando a los que te rodean para que compartan tu opinión, algo de lo que ya no te das cuenta porque es una situación normal en nuestro día a día. Como digo, no es nada nuevo, es un poco 'Pedacitos de ti', de Antonio Orozco.

No voy a cambiar el rumbo del mundo cuando diga que no nos podemos fiar de los críticos o de los 'líderes de opinión', ya que, de alguna forma u otra, indirectamente o de morros, acabamos siedno cómplices de una opinión de alguien que vino primero. No es raro si una película que me parece abrumadora me deja de gustar al ver que un señor y sus 8.000 followers dicen que es, con perdón de la palabra, un truño. Por mucho que me niegue a ver opiniones ajenas antes del estreno de una película, el resultado final de lo que publique se ve influenciado por la más mínima persona, el tipo que tengo sentado al lado o la señora que está hablando con su nieto sobre lo aburrida que le pareció la última de Tom Cruise.

Lo siento por hacerte perder el tiempo leyendo esto, la conclusión es que nunca vamos a parar ese tren de críticas del que nos vemos víctimas constantemente. Pero sí que pido una cosa, a las veinte, cincuenta o doscientas personas que leáis esto. No obliguéis al que está delante a subir al tren compartiendo vuestra opinión, o sino atropellándolo por pensar de una forma diferente. No seamos haters de la gente que puede vivir feliz circulando por el otro carril. Y si eres de los que tienen la suerte de no verse influenciados por nadie, no sabes lo mucho que te envidio, de mayor quiero ser como tú.